En este trabajo se recoge
la temática del sueño mediterráneo, ésta ha sido el objeto de estudio del
curso, en el cual he ido buscando y analizando patrones o características de
las personas que se mudan al mediterráneo español por gusto, con la intención
de desarrollar aquí su vida y actividades cotidianas. Una vez localizados estos
temas he intervenido y modificado varios de estos aspectos, ya no para hacer
más agradable la vida de mi anfitrión en el mediterráneo, sino para crear este
paraje al gusto de este anfitrión.
Al principio de este
proyecto, la observación del territorio mediterráneo fue primordial. Gracias a
esta observación, pude encontrar diferentes patrones que se repetían en
diferentes personas que se venían a esta zona a vivir, ya fuese por motivos de
salud, económicos o simplemente de ocio. Para muchos de los que he visto, les
atraía el clima, la comida y según ellos el confort de vida que se encuentra.
Tras tener una primera idea de esos
patrones, busqué los materiales característicos que se utilizaban en las zonas
que mi anfitrión solía pasar la mayor parte de su tiempo. Mi anfitrión,
Gustavo, es un mecánico de aeropuerto que le gustaba en sus ratos libres
realizar deportes de montaña como ir en bici o senderismo por el pantano de
Crevillente.
Tras hacer estas incursiones y tener
claro mí referente (Emilio Pérez Piñero), conseguí encontrar una de las
intervenciones que iba a realizar en “el mundo de Gustavo”, el puente abatible
que aparece en mi trabajo.
Además, encontré otras muchas intervenciones
que han ido siendo desechadas a lo largo del tiempo y otras que han ido
evolucionando y transformándose en lo que ha sido mí proyecto. Después de haber
hecho 2 dibujos relatos y tras haber ido añadiendo ideas, lo que empezó siendo
un sistema que aprovechaba el agua de los condensadores de un aparato de aire
acondicionado, ha acabado terminando siendo una fuente de energía que alimenta
una ciudad entera basada en la destilación de unas frutas que este sistema de
aire acondicionado regaba.
Tras seguir investigando a mi referente y
movido por la curiosidad de una cúpula geodésica que se estaba implantando en
el campus, decidí que mi siguiente intervención fuera un rocódromo construido
con este principio de unir figuras planas para conseguir un volumen. Con esta
estructura conseguí diferentes tipos de inclinaciones y texturas ideales y
agradables para Gustavo, alrededor de quien giraba todo esto.
Dado a que Gustavo es un fanático de la
mecánica y dado que estábamos construyendo una ciudad para él (ciudades basadas
en una serie de patrones que se repetirían creando así una ciudad infinita con
la ayuda de unos espejos), una persona encantada por la mecánica, decidí que
alguien así, necesitaba una casa acorde con su estilo de vida, una casa que
consiguiese incorporar el vehículo como si se tratase de un mueble más del cual
dependía la organización del hogar. Trataba de conseguir que el vehículo fuese
un “acompañante” más del día a día.
Fue entonces cuando tras estar “inmerso”
en la ciudad pensé que habría una gran cantidad de vehículos por las calles y
en zonas naturales, que también son importantes para los ciudadanos de esta
ciudad, por ello era importante crear una zona de aparcamiento que no ocupase
tanto lugar o que fuese capaz de “apilar” estos vehículos que también son
impulsados por la misma forma de energía con la que la ciudad se alimentaba, de
aquí surgió la idea de un aparcamiento vertical basado en el funcionamiento de
una noria, capaz de reducir la cantidad de coches en determinadas zonas de la ciudad.
Por último, no cabe mencionar que realmente hace falta ser un loco de la mecánica para vivir en esta ciudad, de ahí que su nombre fuese: “La ciudad del loco por la mecánica”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario